"Unidos en Cristo para Evangelizar"
19 de Diciembre de 2018
Junto a la comunidad, el Padre Roberto Espejo cumplió 53 años de sacerdocio
 



El martes 18 de diciembre nuestro párroco estuvo de aniversario sacerdotal y lo celebró junto a toda la comunidad parroquial. Para ver todas la sfotos de la misa de aniversario del Padre Roberto, haz clic aquí

Son 53 años de vocación que  el agradece profundamente  al Señor. A continuación, les compartimos el mensaje que el padre Roberto nos compartió en el aniversario de su ordenación. 

"Me siento feliz por la vocación que Dios me dio cuando era un niño. Siempre quise ser sacerdote. Durante lo que se llama hoy día enseñanza media,  por mi cabeza pasaron varios planes para el futuro, pero al final el Señor me salió al camino y me mostró claramente su voluntad para mí. Dije adiós a todo y me fui con Jesús para vivir la gran aventura de una vida entregada a Él en la Congregación del Verbo Divino.

Posteriormente me mostró otro camino y lo seguí en el clero diocesano.

Al cumplir 53 años de mi ordenación he mirado un poco hacia atrás, y me he recreado en las cosas bonitas que el Señor me ha regalado. Por mi mente han pasado en la oración de la mañana tantas personas que he encontrado en mi camino, ustedes por ejemplo. Pueblos, parroquias, personas, amigos, compañeros, lugares de misión en distintos continente, cruces, dificultades, dolor… Pero tuve la gran suerte de tener una familia que siempre creyó en mi vocación y una mamá maravillosa que me apoyó con su diaria oración y el tercer misterio del Santo Rosario. Personas, sacerdotes que me han acompañado durante estos años, ayudándome a ser un cura netamente diocesano, muy pegado a mi Obispo, y muy encarnado en la Diócesis de Santiago de Chile.

Mis primeros años de sacerdocio fueron duros.  Era la época del postconcilio y la mar por donde navegaba la Iglesia estaba muy picada, yo diría que embravecida. Había discusiones, dudas, proyectos revolucionarios, teologías atrevidas… Y el demonio siempre por medio sembrando dudas y desconcierto. En esa terrible batalla por una Iglesia ideal, y muy socializada, se quedaron en la cuneta varios de mis compañeros. Buena gente, pero perdieron el rumbo. Por la gracia de Dios otros pudimos salir del combate, libres, aunque con algunas magulladuras.

La pobre vida espiritual, la austeridad, la disciplina y el plan de vida que llevaba me ayudaron mucho a sortear los obstáculos que amenazaban mi botecito por todos los flancos. La fraternidad sacerdotal fue, y es, una verdadera muralla que nos defiende del canto de sirenas que suena en cada recoveco del camino.

Como ven, seguimos vivos amando mucho a Dios y a la Iglesia.  Hoy podemos reflexionar sobre la palabra de Dios  que nos dice: “El señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres”. Como bien lo habrán notado, cada uno de los sacerdotes tenemos nuestra personalidad y nuestros peculiares puntos de vista sobre cuestiones opinables. Pero todos debemos luchar para mantener nuestro amor a Cristo, a la Iglesia, al Papa, a nuestro sacerdocio.

Recordemos las sugerencias que el Papa Francisco nos está haciendo a los sacerdotes: que seamos   buscadores de almas, pastores con corazón enamorado, hombres de la misericordia divina, promotores de una evangelización práctica, nunca funcionarios ni  de excesivo tiempo en los despachos, con manos abiertas para dar, con brazos extendidos para acoger y con olor a ovejas.

A todos ustedes que participan de esta eucaristía y que me acompañan les pediría rezaran un Ave María por este cura, que bien puedo decir: cura viejo, ya que en 26 días, si el Señor lo permite, cumpliré 80 años..

Y si el Señor así lo desea, seguiré en el frente de batalla dando la cara por Dios y por la Iglesia, por todos los hombres que necesitan una mano que les ayude a caminar con más seguridad. Que el Señor nos ayude a seguir intentando estrenar cada día nuestra vocación. Y si el Señor también lo permita, quiero morir con las botas puestas".






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