"Unidos en Cristo para Evangelizar"
31 de Enero de 2024
Chile envejece
 


Si buscamos las causas de este fenómeno hay una evidente: las políticas públicas hace mucho tiempo que fomentan esta tendencia antinatalista.

Se acaba de hacer pública una información sobre la tasa de natalidad en Chile. El año 2023 se registraron 173.920 nacimientos, según datos del Registro Civil. Se trata de la cifra más baja en una década, marcando una tendencia que ya se venía dando después de 2014, año en que hubo 251.011 partos. Los datos indicados confirman una realidad: Chile está envejeciendo.

Con estas cifras, pronto será una realidad entre nosotros el fenómeno de la “pirámide de edad invertida”, donde hay más personas mayores que jóvenes.

Si buscamos las causas de este fenómeno hay una evidente: las políticas públicas hace mucho tiempo que fomentan esta tendencia antinatalista. Como se cosecha lo que se siembra, no debe llamar la atención lo que los datos demográficos vienen advirtiendo.

Para justificar lo anterior, consideremos que la encuesta realizada por el Instituto Nacional de la Juventud (INJUV) en noviembre de 2022, da cuenta que el 56% de los jóvenes son partidarios aprobar el “aborto libre”. De hecho, son muchos los jóvenes que conciben el aborto como un derecho individual, que formaría parte del catálogo de los “Derechos Humanos”. No es irrelevante el significado que ha adquirido en muchas jóvenes el uso del pañuelo verde, como un distintivo antinatalista evidente. Muchos analistas han indicado que el rechazo de la propuesta constitucional pasada se debió a un voto femenino que estimaban amenazado el derecho a abortar en las tres causales, revelando que la antinatalidad es una realidad que las encuestas demográficas solo evidencian sistemáticamente.

Por otro lado, hace mucho tiempo nuestros gobiernos se empeñan en políticas públicas para asegurar una anticoncepción a bajo costo, y así aliviar “el gasto de bolsillo en medicamentos de las personas”. No se debe ser un gran observador para advertir que la baja en la natalidad es una consecuencia de un hecho que está muy arraigado en nuestra sociedad y que es el uso masivo de la anticoncepción, que favorece y alienta con desparpajo la separación que tiene la sexualidad y la procreación.

Como suele ocurrir, los cristianos tenemos una visión y una misión diferente. El cristianismo es una religión de vida, no de muerte. No le podemos tener miedo a los hijos, ya que ellos son un don de Dios. No existe para los cristianos el “hijo no deseado”.

En el cristianismo el acto de procreación es una manifestación sublime que tienen los cónyuges para participar en el plan divino, para traer hijos al mundo para que sean educados de cara a Dios. Los esposos conscientes de la dignidad de esta misión saben que en cada acto conyugal está siempre presente la posibilidad de traer una vida, porque Dios así lo ha previsto en nuestra naturaleza.

La anticoncepción en el matrimonio es un acto inmoral porque corrompe los fines de esta institución, que descansa en la inseparabilidad de la unión amorosa y la procreación en el acto conyugal. El magisterio de la Iglesia Católica es inequívoco en este tema. Recordemos algunos de ellos, de los varios pronunciamientos que existen.

El Papa Pío XI (1922-1939) habló explícitamente contra la anticoncepción por primera vez en la Encíclica sobre el matrimonio cristiano: “Casti Connubii”, del 31 de diciembre de 1931. Sobre el tema que aquí se aborda, la Encíclica señala, “ningún motivo, sin embargo, aun cuando sea gravísimo, puede hacer que lo que va intrínsecamente contra la naturaleza sea honesto y conforme a la misma naturaleza; y estando destinado el acto conyugal, por su misma naturaleza, a la generación de los hijos, los que en el ejercicio del mismo lo destituyen adrede de su naturaleza y virtud, obran contra la naturaleza y cometen una acción torpe e intrínsecamente deshonesta”.

No menos relevante es la Humanae Vitae, encíclica publicada por el Papa San Pablo VI el 25 de julio de 1968. Este documento del magisterio ordinario de la Iglesia, de manera clara y profética anticipaba sobre las “graves consecuencias de los métodos de regulación artificial de la natalidad”, señalando, entre otros problemas, que, “(…) podría también temerse que el hombre, habituándose al uso de las prácticas anticonceptivas, acabase por perder el respeto a la mujer y, sin preocuparse más de su equilibrio físico y psicológico, llegase a considerarla como simple instrumento de goce egoísta y no como a compañera, respetada y amada”. “Reflexiónese también sobre el arma peligrosa que de este modo se llegaría a poner en las manos de autoridades públicas despreocupadas de las exigencias morales. ¿Quién podría reprochar a un gobierno el aplicar a la solución de los problemas de la colectividad lo que hubiera sido reconocido lícito a los cónyuges para la solución de un problema familiar? ¿Quién impediría a los gobernantes favorecer y hasta imponer a sus pueblos, si lo consideraran necesario, el método anticonceptivo que ellos juzgaren más eficaz? En tal modo los hombres, queriendo evitar las dificultades individuales, familiares o sociales que se encuentran en el cumplimiento de la ley divina, llegarían a dejar a merced de la intervención de las autoridades públicas el sector más personal y más reservado de la intimidad conyugal”. “Por tanto, sino se quiere exponer al arbitrio de los hombres la misión de engendrar la vida, se deben reconocer necesariamente unos límites infranqueables a la posibilidad de dominio del hombre sobre su propio cuerpo y sus funciones; límites que a ningún hombre, privado o revestido de autoridad, es lícito quebrantar. Y tales límites no pueden ser determinados sino por el respeto debido a la integridad del organismo humano y de sus funciones, según los principios antes recordados y según la recta inteligencia del "principio de totalidad" ilustrado por nuestro predecesor Pío XII”.

Si la tasa demográfica se mantiene a la baja, más temprano que tarde, estaremos instalados en un debate sobre la obligación de ampliar los años laborales para mantener a los que han pasado al sector pasivo; menos establecimientos educacionales y universitarios o de formación técnica; en el plano pastoral, menos vocaciones sacerdotales o religiosas, agravando el inconveniente que ya tenemos los católicos.

Pidamos a Santa María, que nos ayude a ser generosos y estar siempre por la vida.

Autor: Crodegango






Dirección: Avenida Vitacura #7401, Comuna de Vitacura Teléfonos: (+56 2) 2242 2401   Mail: parroquia@loscastanos.cl