"Unidos en Cristo para Evangelizar"
07 de Febrero de 2024
La solidaridad con nuestros hermanos
 


Los incendios de la Quinta Región, nos obliga a recordar que la fe que profesamos nos exige obras. Es el momento de reforzar nuestra conducta solidaria.

Todos hemos quedado impresionados con el dolor que han causado los incendios en la Quinta Región, que esta vez ha significado, además, la pérdida de muchas vidas humanas.

Este momento nos obliga a recordar que la fe que profesamos nos exige obras. Es el momento de reforzar nuestra conducta solidaria.

Es pertinente recordar lo que señala el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia sobre la solidaridad:

“580 La finalidad inmediata de la doctrina social es la de proponer los principios y valores que pueden afianzar una sociedad digna del hombre. Entre estos principios, el de la solidaridad en cierta medida comprende todos los demás: éste constituye «uno de los principios básicos de la concepción cristiana de la organización social y política». Este principio está iluminado por el primado de la caridad «que es signo distintivo de los discípulos de Cristo (cf. Jn 13,35)».1218 Jesús «nos enseña que la ley fundamental de la perfección humana, y, por tanto, de la transformación del mundo, es el mandamiento nuevo del amor» (cf. Mt 22,40; Jn 15,12; Col -3,14; St 2,8). El comportamiento de la persona es plenamente humano cuando nace del amor, manifiesta el amor y está ordenado al amor. Esta verdad vale también en el ámbito social: es necesario que los cristianos sean testigos profundamente convencidos y sepan mostrar, con sus vidas, que el amor es la única fuerza (cf. 1 Co 12,31-14,1) que puede conducir a la perfección personal y social y mover la historia hacia el bien”.

“581 El amor debe estar presente y penetrar todas las relaciones sociales: especialmente aquellos que tienen el deber de proveer al bien de los pueblos «se afanen por conservar en sí mismos e inculcar en los demás, desde los más altos hasta los más humildes, la caridad, señora y reina de todas las virtudes. Ya que la ansiada solución se ha de esperar principalmente de la caridad, de la caridad cristiana entendemos, que compendia en sí toda la ley del Evangelio, y que, dispuesta en todo momento a entregarse por el bien de los demás, es el antídoto más seguro contra la insolvencia y el egoísmo del mundo». Este amor puede ser llamado «caridad social» o «caridad política» y se debe extender a todo el género humano. El «amor social» se sitúa en las antípodas del egoísmo y del individualismo: sin absolutizar la vida social, como sucede en las visiones horizontalistas que se quedan en una lectura exclusivamente sociológica, no se puede olvidar que el desarrollo integral de la persona y el crecimiento social se condicionan mutuamente. El egoísmo, por tanto, es el enemigo más deletéreo de una sociedad ordenada: la historia muestra la devastación que se produce en los corazones cuando el hombre no es capaz de reconocer otro valor y otra realidad efectiva que de los bienes materiales, cuya búsqueda obsesiva sofoca e impide su capacidad de entrega”.

Aunque todo tiempo es propicio para ayudar, nunca es tarde para mejorar en la actitud de servicio de entrega a los demás.

¿Asumo este tema como una preocupación personal como católico?

 

Autor: Crodegango






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