"Unidos en Cristo para Evangelizar"
01 de Abril de 2021
La Pasión del Señor y la obediencia a Dios
 


Hoy es Viernes Santo. Según una antiquísima tradición, la Iglesia no celebra la eucaristía ni en este día ni el siguiente.

Hoy es Viernes Santo. Según una antiquísima tradición, la Iglesia no celebra la eucaristía ni en este día ni el siguiente. La liturgia de hoy contempla la Celebración de la Pasión del Señor. Después de medio día cerca de las tres de la tarde, tiene lugar esta la celebración que consta de tres partes:  liturgia de la palabra, adoración de la cruz y sagrada comunión.

Nuevamente nos encontramos en una Semana Santa con una restricción impuesta por la cuarentena. Esta privación no impide recogernos interiormente y meditar sobre un acontecimiento ocurrido durante la Pascua Judía. Allí se levantaron tres cruces fuera de Jerusalén. En una de ellas fue ajusticiado Nuestro Señor, Jesucristo. Al tercer día, como lo había anunciado, resucitó.

Han transcurrido veinte siglos y el cristianismo sigue vigente. Su fuerza espiritual no se apaga. A través de los siglos la Iglesia no ha dejado de repetir en la profesión de fe esta verdad histórica indudable y con una proyección hasta el fin de los tiempos.

Tenemos que estar siempre atentos a no reducir la cruz a un mero símbolo, a un mensaje vago, sin contenido.

Un tema de reflexión que surge al contemplar el símbolo de la cruz es el de la obediencia. Nos puede ayudar a sacar propósitos concretos en este punto considerar las palabras de una santa contemporánea, Teresa Benedicta de la Cruz (1891-1942), carmelita. Nació en Breslau dentro de una familia judía como Edith Stein el mismo día que se festejaba el Yom Kippur, la mayor fiesta hebrea, el día de la expiación; era la última de once hermanos. Su ejemplo de obediencia y amor a la cruz de Cristo es conmovedor. Junto con otros muchos judíos convertidos al cristianismo, fue llevada al campo de concentración, donde murió en las cámaras de gas de Auschwitz. En unos de sus escritos titulado como “Elevación de la Cruz”, fechado el 14 de septiembre de 1941 se lee:

“Hágase tu voluntad! Éste fue el contenido de la vida del Salvador. Él vino al mundo para cumplir la voluntad del Padre; no sólo para reparar con su obediencia el pecado de desobediencia, sino para guiar a todos los hombres al camino de la obediencia. La voluntad de las creaturas no tiene capacidad para ser libre autónomamente. Ella está llamada a adecuarse a la voluntad divina. Si se somete libremente a ello, entonces le es concedido cooperar libremente al perfeccionamiento de la creación. Si la criatura libre rechaza esta adecuación, pierde su libertad. La voluntad del hombre todavía es capaz de elegir, pero se encuentra aún en el ámbito de las criaturas que la arrastran y empujan en direcciones que le apartan del desarrollo de su naturaleza querida por Dios y de la meta a la que estaba destinada originariamente la libertad humana. Junto a la libertad originaria perdió el hombre la seguridad de su decisión. Es inestable e inseguro, es inquietado por las dudas y escrúpulos o se estanca en su error. Ante esta situación no hay más curación que el camino del seguimiento de Cristo: del hijo del Hombre, en cual no sólo obedeció directamente al Padre celestial, sino que se sometió a los hombres que la voluntad del Padre había colocado sobre él. La obediencia establecida por Dios libera a la voluntad esclavizada de las ataduras de las criaturas y la lleva de nuevo a la libertad. Es por eso también el camino a la pureza del corazón”.

Pidamos a la Virgen Maria que interceda por nosotros para recibir siempre la gracia que nos permita ser obedientes a la voluntad de Dios.

Crodegango






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