"Unidos en Cristo para Evangelizar"
10 de Marzo de 2022
Lectura orante de la palabra de Dios - Segundo domingo de Cuaresma
 


"La Transfiguración, un llamado a la esperanza"

Lucas 9, 28b-36

En este segundo domingo de Cuaresma la Palabra de Dios nos invita a continuar dando pasos en la vivencia de la conversión, buscando cada día que Jesús llene nuestro corazón y le dé sentido a nuestra vida.

NOS DISPONEMOS

Que la reflexión del Evangelio de la Transfiguración de Jesús nos disponga a vivir como comunidad la sinodalidad y la esperanza, actuando corresponsablemente ante la realidad social que vivimos, con fidelidad al seguimiento de Jesús.

Oh Dios Padre,
concédenos la gracia del Espíritu Santo
para comprender y acoger tu Palabra de Dios revelada en Jesucristo.
Concédenos escuchar tu voz, como los tres discípulos,
y ser fieles a tus palabras: «Este es mi Hijo, el Elegido, escúchenlo».
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.

LECTURA DEL EVANGELIO DE SAN LUCAS • 9, 28b-36.

“Jesús tomó a Pedro, Juan y Santiago, y subió a la montaña para orar. Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se volvieron de una blancura deslumbrante. Y dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que aparecían revestidos de gloria y hablaban de la partida de Jesús, que iba a cumplirse en Jerusalén. Pedro y sus compañeros tenían mucho sueño, pero permanecieron despiertos, y vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres que estaban con él. Mientras estos se alejaban, Pedro dijo a Jesús: «¡Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías». Él no sabía lo que decía. Mientras hablaba, una nube los cubrió con su sombra y al entrar en ella, los discípulos se llenaron de temor. Desde la nube se oyó entonces una voz que decía: «Este es mi Hijo, el Elegido, escúchenlo». Y cuando se oyó la voz, Jesús estaba solo. Los discípulos callaron y durante todo ese tiempo no dijeron a nadie lo que habían visto”.

Palabra de Dios.

 ¿QUÉ DICE EL TEXTO?

Acerquémonos a este Evangelio poniendo atención en estos cinco puntos:
Partimos diciendo que la Transfiguración es un cambio de apariencia. En la antigüedad se creía que los dioses podían tomar apariencia de seres humanos, estos dioses o incluso una persona podía tener ciertas transformaciones en algunos momentos especiales de su vida.

El Evangelio de Lucas, de modo parecido al de Mateo y Marcos, conecta la Transfiguración con la proclamación de fe de Pedro y las demás palabras sobre su pasión y las condiciones de su seguimiento (9, 18-27).

Jesús en la Transfiguración manifiesta de qué manera se relaciona con su Padre y con las personas. Precisamente, por eso, de lo que hablan Moisés y Elías con Jesús es de su ida a Jerusalén (v. 31), lugar donde Jesús entregará su vida, donde cumplirá la voluntad de Dios. Este mensaje se confirma en la voz que sale de la nube: “Este es mi Hijo, mi Elegido” (v. 35); la primera parte, relaciona a Jesús con Dios, la segunda con su misión y su pueblo.

El texto aclara la misión de los discípulos. El texto dice que ellos estaban con mucho sueño, pero se mantenían despiertos; han resistido el sueño, pero no han sabido reaccionar adecuadamente; Pedro y los otros dos estaban tan cautivados con la gloria contemplada que corrían con el peligro de olvidar que la verdadera gloria, solo se consigue a través del compromiso con la entrega de la vida en la cercanía desinteresada a los demás.

Llama la atención la voz que clama desde la nube: “este es mi Hijo, mi Elegido, escúchenlo” (v. 35). Es posible que estemos ante una amplia inclusión que nos muestra el modo en que Jesús se manifiesta como Hijo de Dios. (Cf. Pbro. Toribio Tapia B., Del Seguimiento al Testimonio, 76-77).

Jesús está solo. Toda la atención se concentra sobre él. La ley (Moisés) y los profetas (Elías) han desaparecido y solo resuenan con fuerza la voz y la persona de Jesús. También hoy a nosotros, en medio de la Cuaresma, se nos muestra transfigurado y nos habla para que descubramos su presencia en el camino del seguimiento -que muchas veces es un camino de cruz- y para que no perdamos de vista la meta de la conversión.

MEDITEMOS

El texto nos dice que Pedro y sus compañeros estaban con mucho sueño, pero permanecían despiertos, y vieron la gloria del Señor y a los dos hombres que estaban con él. Eran Moisés y Elías que hablaban de la partida de Jesús, que iba a cumplirse en Jerusalén.

Como ellos, nosotros, dialogando con Jesús en la oración, podemos vivir una experiencia de Transfiguración que nos permita entender que las crisis que vivimos hoy, son etapas de un camino, un camino que seré luminoso y salvífico si lo recorremos con Jesús. La Transfiguración es un llamado a la esperanza, para que no nos encerremos en nuestros problemas o peor, para que no construyamos una espiritualidad que huye de los problemas haciendo de la oración un escape. De la oración podemos salir con una nueva comprensión de nuestros problemas. Saber estar ante Jesús en la Transfiguración nos educa para saber estar delante de la tumba vacía sin emprender la fuga. (Cf. Pbro. Fidel Oñoro, Discipulado de la Palabra, 12-13).

Tenemos necesidad de la Transfiguración, en las pequeñas y en las grandes situaciones de nuestra vida, reflexionemos estas preguntas:

• ¿Qué he aprendido de Jesús en este pasaje?
“De la nube salió una voz...”: ¿De qué manera he escuchado en mi vida la voz de Dios? Comparte alguna experiencia.
• ¿Reconozca la presencia de Jesús en mi vida en las alegrías y sufrimientos?

Si realizas la Lectio Divina en familia o en un grupo, luego del tiempo de reflexión, invita a los participantes a compartir sus respuestas.

OREMOS

Te puede ayudar tener una cartulina con este texto escrito:

“Pedro y sus compañeros estaban con mucho sueño, pero permanecían despiertos, y vieron su gloria”

* Compartimos en forma de oración lo que el texto nos sugiere:

Gracias Señor por las experiencias que me llevan a ti
y que me ayudan a manejar los momentos de alegría y los problemas cotidianos
con la certeza de que estás conmigo, aunque todo parezca difícil y carente de sentido. Quiero que esas experiencias me acerquen a ti, quiero recibir tu bendición y seguir firme en la Fe. Amén.
* Oremos con el canto: Este es mi Hijo, el amado de Moisés Alejandro Sáenz, más abajo. 

Subieron al monte muy alto para orar, Jesús llevó consigo a Pedro, Santiago y Juan. Mientras Él oraba, su rostro resplandeció, su ropa se volvió como la blanca luz.
/Este es mi Hijo, el amado, escúchenlo, a quien he elegido, a Él escúchenlo./
Vieron a Jesús con Elías y Moisés,
Pedro dijo a Jesús: ¡Qué bien que estemos aquí! Haremos tres tiendas: una para Moisés, otra para Elías y una para ti.
Bajaron el monte y Jesús les ordenó a nadie dijeran lo que aconteció, Era necesario que el Hijo del hombre tuviera que padecer. Luego resucitaría.

 COMPROMISO

Un corazón que escucha es un corazón que siente el calor del amor de Dios, y que es formado por su Palabra. Es, el de un discípulo que va creciendo en la vivencia personal y comunitaria de la fe, la esperanza y el amor.

• ¿Qué te llevas en el corazón, como compromiso, después de haber estado en contacto con Jesús a través de su Palabra?
• Compartimos nuestros compromisos.
• Demos gracias a Dios Padre con las palabras que Jesús nos enseñó: Padre nuestro.
• Podemos concluir nuestra lectura orante proclamando en voz alta esta oración:

“Está conmigo, y yo comenzaré a resplandecer como Tú resplandeces;
a resplandecer hasta ser luz para otros.
La luz, oh Jesús, vendrá toda de Ti: nada será mérito mío.
Serás Tú quien resplandezca, a través de mí, sobre los otros.
Haz que yo te alabe así, de la manera que más te agrada, resplandeciendo sobre todos aquellos que están a mi alrededor.
Dales a ellos tu luz, y dámela también a mí; ilumínalos junto conmigo, y a través de mí. Enséñame a difundir tu alabanza, tu verdad, tu voluntad.
Haz que te anuncie no con palabras sino con el ejemplo, 
con aquella fuerza atractiva, aquella influencia benéfica que proviene de lo que yo haga en tu nombre, con una visible semejanza a tus santos,
y con la clara plenitud del amor que mi corazón nutre por ti. Amén”.
(J.H. Newman)

Fuente: LECTURA ORANTE DE LA PALABRA DE DIOS DE LOS EVANGELIOS DOMINICALES
PARA LA CUARESMA (C). Arzobispado de Santiago






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