Desde siempre Cristián y su familia se han sentido cercanos a la vida de iglesia, participando en distintos ámbitos, “entregando algo de lo nuestro y recibiendo mucho de la comunidad y por supuesto de Jesús a través de la Iglesia”, dice.

Fue ordenado diácono el 22 de Diciembre de 2007.  El llamado a este servicio se dio en un proceso, un camino en el que se dio cuenta que era el Señor quien lo guiaba. En ese camino,  él y su familia meditaron mucho, tratando de descubrir aquello que el Señor les invitaba a vivir. “En un comienzo no sabíamos bien de que se trataba, pero con el proceso de discernimiento fuimos descubriendo que al Señor no se le puede decir que no. Es Él quien llama y es Él quien lo conduce a uno”, expresa Cristián.

¿Qué significa para usted el diaconado?
Es una forma de vida entregada al servicio de Dios a través de los demás sin descuidar las responsabilidades básicas que tenemos como matrimonio, padre de siete hijos, abuelo y sostenedor del hogar. Es de una alegría inmensa poder entregar a la comunidad y sus miembros.

¿Cómo ha sido la experiencia de diácono?
Estos ocho años y medio han tenido de todo, momentos muy alegres en su gran mayoría, como por ejemplo, bautizar, en especial a las nietas, celebrar matrimonios, bendecir un hogar, etc. pero también de profunda tristeza como por ejemplo cuando toca hacer un responso de un niño, a un familiar, a un amigo. Alegrías y tristezas que con la ayuda y apoyándose en el Señor nos permite cumplir con nuestra misión de servicio. Una gran experiencia personal y familiar. Es importante destacar el apoyo de Ana Alicia mi señora siempre dispuesta a acompañarme y entregar su oportuno consejo, y también de mis hijos.

Recientemente el Papa Francisco, en Jubileo de los Diáconos, celebrado en Roma, ha llamado a los diáconos a  imitar a Dios en el servicio a los demás. Recemos mucho por Cristián y por todos los diáconos que día a día nos acercan al amor del Señor.