“Este es el motivo de la esperanza: podemos tener esperanza porque sabemos que el Padre nos espera, nos ve desde lejos y siempre deja la puerta abierta”, nos dice el Papa Francisco en una catequesis profundamente humana y espiritual, centrada en la parábola del hijo pródigo.

La meditación forma parte del ciclo “Jesucristo, nuestra esperanza” , publicada este miércoles 16 de abril, previo a la celebración del Triduo Pascual, y ofrece una mirada renovada a uno de los relatos más conmovedores del Evangelio: el del Padre Misericordioso (Lucas 15).

El Santo Padre, que aun está en recuperación en la Casa Santa Marta, profundiza en el camino del hijo menor, quien regresa movido por el hambre y la necesidad de afecto, y se encuentra con un padre que no lo juzga, sino que corre a su encuentro.

“Solo quien nos quiere de verdad puede liberarnos de esta visión falsa del amor”, señala el Papa, recordándonos que el perdón es una experiencia que sana y libera el corazón.

También se detiene en la figura del hijo mayor, quien, a pesar de haber permanecido en casa, ha cerrado su corazón por el resentimiento y el orgullo. Para Francisco, esta actitud representa una advertencia: “Es posible quedarse en casa, pero estar lejos del corazón del Padre”.

Al final, el mensaje es claro: el Padre sale al encuentro de todos, de los que se fueron y de los que se quedaron, y deja siempre la puerta abierta. Las parábolas de Jesús, dice Francisco, “nos provocan y nos invitan a preguntarnos: ¿Dónde estoy yo en esta historia?”

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