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Al iniciar el Triduo Pascual, en Jueves Santo, nos reunimos con profunda devoción para conmemorar la Última Cena del Señor en la que Jesús instituyó la Eucaristía, el sacerdocio y nos dejó un gesto de humildad y servicio: el lavado de los pies.
En su homilía, el padre Juan, destacó que con estos gestos Jesús “se quedó con nosotros, oculto en el pan y en el vino, con presencia sacramental, real, total y mística”, recordando que se transforma en “aperitivo de la vida eterna”.
“La Eucaristía es también sacrificio, pero no cruento, no hay derramamiento de sangre. Es un servicio de amor, de entrega. Por el bautismo, todos hemos sido llamados a ese sacerdocio común, que es más fundamental incluso que el ministerial, porque sin bautismo no hay acceso a ningún otro sacramento”, explicó nuestro párroco.
Acto seguido miembros de distintas edades de nuestra comunidad parroquial participaron en el lavado de pies. Con este gesto, que nos invita a reconocer que el verdadero camino de autoridad cristiana es el servicio continuó la Misa.
Al finalizar nos dirigimos hacia el templo menor, para adorar al Santísimo Sacramento hasta las 23:00 horas.
De esa manera, nos fuimos adentrando en el amor de Cristo, que se queda con nosotros para siempre.
Mira las imágenes de la Misa de la Última Cena AQUÍ y de la Liturgia de la Pasión AQUÍ.