Este domingo 30 iniciamos un nuevo año litúrgico con el comienzo del Adviento, un tiempo profundamente espiritual que prepara a la Iglesia para celebrar la Navidad y, al mismo tiempo, para vivir en esperanza la venida gloriosa de Cristo.

Adviento proviene del latín adventus, que significa “venida” o “llegada”, y desde los primeros siglos cristianos ha sido un tiempo marcado por la vigilancia, la oración y la conversión del corazón. Es un período en el que los creyentes renovamos la certeza de que Dios entra en nuestra historia, visita nuestra vida y se hace cercano en cada instante.

Para acompañar esta hermosa espera, en la Eucaristía de este Primer Domingo se realizará la bendición de la corona de Adviento. Este signo nos envuelve de luz, esperanza y nos recuerda que el amor eterno de Dios no tiene principio ni fin; las ramas verdes hablan de la vida que Cristo vino a traer; y cada vela representa las cuatro semanas de preparación que recorremos en oración, penitencia y alegría.

Encendamos juntos la primera vela de la corona de Adviento para que la luz de Jesús ilumine nuestras oscuridades. Dejémonos renovar por el espíritu de este tiempo y caminemos juntos, con la fe despierta, hacia el encuentro con el Señor que viene.

Para caminar en profundidad espiritual también te invitamos a utilizar los subsidios preparados por el Área de Liturgia y Espiritualidad del Arzobispado de Santiago:

• Lectio Divina para Adviento y Navidad
• Signos y símbolos litúrgicos
• Oraciones con el Evangelio de cada día