“Una iglesia sin rasgos marianos, sin la santísima Virgen, corre el peligro de volverse dura, defensiva, autorreferente, rígida, voluntarista”.

El padre Mariano Irureta que presidió una de las Misas en honor a la Inmaculada Concepción el pasado 8 de diciembre, nos invitó a contemplar a María como la gran maestra de la fe sencilla, del amor que renueva y de la ternura que transforma.

En un Chile donde “las posturas se han endurecido, las palabras se han vuelto ásperas y el diálogo se ha empobrecido”, “María muestra esa capacidad revolucionaria del amor y de la ternura que es capaz de cambiarlo todo”, dijo el padre Mariano.

En ese sentido, el sacerdote recordó que “María no vence confrontando, sino conquistando corazones. No se impone, sino que engendra y regala vida”. Desde esa lógica la Iglesia descubre nuevamente su vocación, “que escucha, que acompaña, que cuida, que cree en la vida, que cree en la victoria de Dios y en su misericordia”, explicó el padre Mariano.

Una tarde para honrar a la Inmaculada

Por la tarde, nuestra comunidad se reunió en una emotiva y cercana procesión que partió desde la Capilla El Dorado y avanzó con hermosos cantos y oraciones hasta el templo parroquial. Allí culminamos la celebración con una Eucaristía presidida por el Obispo Emérito, Mons. Felipe Bacarreza, quien nos invitó a seguir caminando siempre bajo el amparo de la Inmaculada.

Gracias por un Mes lleno de frutos

Este tiempo de gracia no habría sido posible sin tantos corazones disponibles y generosos. Por ello, agradecemos profundamente todo lo vivido en el Rosario del Alba y en el Mes de María en el barrio.

A quienes coordinaron, acompañaron y sostuvieron día a día estos espacios. Gracias por hacer que este mes fuera un verdadero regalo de hijos marianos para nuestra comunidad y para el Señor.

Que la Inmaculada siga guiando nuestros pasos y moldeando nuestro corazón para que, como Ella, sepamos decir siempre: ¡Sí, Señor, aquí estoy!