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Queridas Hermanas y Hermanos:
Después de varias semanas en que les presenté a los Papas desde León I el Grande hasta el Papa León XII, toca ahora referirme a la Solemnidad de la Asunción de María al Cielo.
La Asunción de María es la clave de interpretación de nuestra resurrección. En Ella está nuestra esperanza; con razón, en la oración de la Salve, la llamamos Vida, Dulzura y Esperanza Nuestra. Ella es la esperanza de nuestra feliz resurrección.
María asunta al cielo es el primer miembro del Cuerpo, cuya Cabeza es Cristo, en ser asociada a la gloria celestial.
El dogma de la Asunción fue declarado el 1 de noviembre de 1950 por el Papa Pío XII en la Constitución Apostólica Munificentissimus Deus, donde se dice: “Proclamamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado: que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrestre, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial”.
El cristiano resucitado, revestido de inmortalidad, ha vencido a la muerte para siempre y en María contempla con alegre esperanza su destino definitivo y eterno. La imagen de la Madre de Dios es el gran símbolo del triunfo de la incorruptibilidad sobre la corrupción y la muerte. Es una garantía y un estímulo de la esperanza cristiana.
San Juan Damasceno (675-749), teólogo y escritor sirio, patrono de los pintores, Orador de Oro y Doctor de la Iglesia, nacido en Damasco y muerto en Jerusalén, afirma con elocuencia:
“Convenía que aquella que en el parto había conservado intacta su virginidad conservara su cuerpo también después de la muerte, libre de la corruptibilidad.
Convenía que aquella que había llevado al Creador como un niño en su seno tuviera después su mansión en el Cielo.
Convenía que la esposa que el Padre había desposado habitara en el tálamo celestial.
Convenía que aquella que había visto a su Hijo en la cruz y cuya alma había sido atravesada por la espada del dolor, del que se había visto libre en el momento del parto, lo contemplara sentado a la derecha del Padre.
Convenía que la Madre de Dios poseyera lo mismo que su Hijo y que fuera venerada por toda creatura como Madre y Sierva de Dios”.
Les deseo una hermosa fiesta de la Asunción y una alegre esperanza en este tiempo de Jubileo.
Los bendice su párroco,
Padre Juan Debesa Castro.