«Corazón» es una de las palabras que más aparecen en la Sagrada Escritura, indicando tanto el corazón del ser humano, su centro más íntimo, como el Corazón de Dios, que revela de manera íntima y conmovedora su propio amor.

El corazón es símbolo de totalidad e integridad. Un corazón ordenado es expresión de relaciones interpersonales sanas.

La devoción al Sagrado Corazón, tal como se ha desarrollado a lo largo de los siglos y como hoy se presenta en la enseñanza y la liturgia de la Iglesia, se centra en el encuentro personal de nuestro corazón con el Corazón de Jesús. Así, la Revelación aparece como la revelación del amor divino y de la llamada del ser humano al amor.

Esta devoción se ha ido apagando en muchos lugares debido a diversas causas: el enfriamiento del amor, la falta de entusiasmo por lo intangible, el apego a los bienes y placeres, el constante influjo en la memoria y en el corazón de imágenes y sonidos, y una incomprensión teológica del tema.

Para reavivar la devoción al Sagrado Corazón y comprender su sentido, es necesario revisar la tradición que existe sobre esta espiritualidad. El punto de partida es la Sagrada Escritura, la liturgia y las enseñanzas de los Papas, especialmente Pío XII y su encíclica Haurietis aquas del 15 de mayo de 1956. También los Santos Padres de la Iglesia: san Anselmo, san Bernardo de Claraval, san Francisco de Asís, san Buenaventura, y en el siglo XIII, santa Matilde, santa Gertrudis la Grande, santo Domingo de Guzmán, san Alberto Magno y santo Tomás de Aquino, junto con místicos como Eckhart y Taulero. Particular es el papel del beato Enrique Susón (+1366), en quien la idea de la expiación o reparación aparece de forma clara y estimulante.

La devoción al Sagrado Corazón, promovida por los padres dominicos, llega a su cumbre en Italia con santa Catalina de Siena. Más tarde, san Alfonso María de Ligorio la propagará en el siglo XVIII.

San Juan Eudes (1601–1680) será el promotor y precursor de la devoción litúrgica al Corazón de Cristo. A él se deben la Misa y el Oficio, introducidos en Francia en 1668.

La moderna devoción al Sagrado Corazón tuvo su impulso eficaz y duradero con santa Margarita María Alacoque (1647–1690). Con ella se acentúa esta espiritualidad, logra una difusión mundial y recibe una formulación litúrgica. Es característica de esta etapa la invitación a la expiación y a la consagración al Sagrado Corazón de Jesús. Luego, los jesuitas, con san Claudio de La Colombière S.J. (1641–1682), se convierten en los difusores más eficaces y en los intérpretes de la devoción inspirada por santa Margarita María Alacoque.

Finalmente, en 1856, el papa Pío IX extendió la fiesta del Corazón de Jesús a toda la Iglesia, coronando así una rica historia devocional de 18 siglos. El papa Pío XII proclamará que las bases auténticas de esta devoción y sus formas litúrgicas son bíblicas y no se fundamentan en revelaciones privadas.

Les deseo a todos una hermosa fiesta del Sagrado Corazón este viernes 27 de junio.

Los bendice su párroco,
P. Juan