"Unidos en Cristo para Evangelizar"
11 de Diciembre de 2025
Los personajes del Adviento
 



Este tiempo nos presenta a cuatro figuras que son modelos de espera, conversión y fidelidad

Queridas hermanas y hermanos en el Señor:

Después de celebrar la Inmaculada Concepción de María, nos toca contemplar en estos días a los tres personajes del tiempo de Adviento: el profeta Isaías, Juan el Bautista y San José (junto a la Virgen María).

Isaías: es el profeta del Emmanuel, del Dios con nosotros. Nace el año 760 a. C. y desarrolla su ministerio profético entre los años 742 y 687 a. C.

Es un poeta, un clásico hebreo de carácter íntegro; también es duro y áspero a veces. No anda con rodeos. Ante el rey es un embajador, un mensajero de Dios que lo envía. Noble cortesano, es llamado al ministerio profético (cf. Is 6,1) cuando tenía 24 años.

Su obra es amplia y se divide en tres grandes bloques: Isaías 1–39; 40–55 y 56–66.
Por espacio de medio siglo (742–687), el profeta Isaías tuvo la delicada misión de sensibilizar y orientar al pueblo de Israel —gobiernos incluidos— en uno de los momentos más críticos de su historia, cuando el año 722 cayó Samaria, capital del reino del Norte, en manos de Asiria.

  • Isaías 1–39: oráculos amenazadores. Capítulos 6–12: libro del Emmanuel, siglo VIII–VII a. C.

  • Isaías 40–55: dos siglos posteriores al profeta, siglo VI–V a. C. El libro de la Consolación de Israel (Is 40,1). Su autor es un gran poeta y profeta del fin del destierro, sin duda de la escuela de Isaías. Es el Deutero-Isaías (Segundo Isaías), optimista y reconfortante en sus oráculos. Incluye los cuatro poemas del Siervo de Yahveh. Isaías ha muerto ya.

  • Isaías 56–66: período persa, con la reconstrucción de Jerusalén y del Templo como trasfondo. A pesar de la participación de varios autores de la escuela de Isaías (discípulos del profeta), la obra conserva una cohesión interna tan fuerte, tan marcada y tan unánime que es forzoso reconocer en ella la mano inspirada de esta tradición profética.

    Para estos días recomiendo leer Isaías, capítulos 6 al 12.

Juan el Bautista: es un hombre justo, virtuoso y piadoso. Predica en el desierto de Judea, llama a la conversión, a volver al Señor. “Conviértanse, porque está cerca el Reino de Dios”, es el llamado de Juan. Se trata de volver a los caminos de Dios; Dios es el gran cercano.

La conversión es un cambio de mente, un cambio en la manera de pensar y de actuar.

Juan, como los profetas del Antiguo Testamento, anda vestido con pelo de camello y cinturón de cuero; se alimenta de miel silvestre y de saltamontes (frutos del desierto). Es un asceta. Vive con lo esencial; no es un narcisista ni ostentoso. Apunta hacia el que viene: Dios. Juan es creíble por su manera de vivir.

Juan se sabe transitorio, un preparador de caminos para el Señor; sabe que es otro el que ha de venir y que es más poderoso que él, a quien no es digno de desatar la correa de su sandalia. El que viene sumerge en el fuego del amor del Espíritu Santo. “Es conveniente que él crezca y que yo disminuya” es su lema (cf. Jn 3). Con Juan se inaugura la conversión y con Jesús viene el perdón mismo.

Finalmente, la figura de San José y de María, que veremos en el cuarto domingo de Adviento. María, encinta, espera al niño Jesús, y José duda y decide dejar en secreto a la Virgen. Será Dios quien advierta a José que puede llevar a María a su casa, pues lo que hay en ella es obra del Espíritu Santo.

Cuando uno se entrega a la voluntad de Dios, el Señor actúa siempre: aclara las dudas y muestra nuevos caminos, como lo hizo con José.

Les deseo a todos un hermoso tiempo de Adviento, que nos prepara para celebrar una nueva Navidad.

Los bendice su párroco, 
 

P. Juan Debesa Castro

 

 


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