"Unidos en Cristo para Evangelizar"
03 de Agosto de 2023
La medición de la pobreza
 


Se ha publicado los primeros resultados de la encuesta CASEN. Se trata de un instrumento gubernamental para medir la pobreza a través de una encuesta, la que fue aplicada en 72.056 hogares en las 16 regiones del país (entre el 1 de noviembre de 2022 y el 2 de febrero de 2023).

Dentro de los datos obtenidos se informa que la pobreza por ingresos ha experimentado una disminución significativa en el país y se ubicó en un 6,5% de la población, lo que equivale a 1.292.521 personas. El dato anterior se debe ver como algo positivo, si se compara con mediciones anteriores que revelaban una tasa mayor de pobreza.


Sin embargo, conviene reflexionar sobre los criterios para medir la pobreza. Efectivamente, la expresión "pobreza" es un concepto relativo, con varias acepciones, que tienen como factor común la escasez o la carencia de algo que se estima relevante.


Como la vida del ser humano tiene varias facetas, la antropología cristiana advierte que la pobreza es una condición humana que puede darse en distintos planos: el material, el racional y el espiritual (Un estudio del tema en, MENDOZA, Cristian, La pobreza como problema humano, Pamplona: Eunsa, 2022).


La encuesta CASEN sólo mide la pobreza material, atendido que cuantifica los datos vinculados con la “calidad de vida”, pero no agota todas las facetas que puede tener la pobreza. Que haya menos personas en condición de miseria claramente es un avance, pero ello no significa que no aumenten las otras manifestaciones de la pobreza que hoy nos afectan como sociedad. 


Un ejemplo puede explicar lo limitado que resulta reducir todo a una medición material. Los narcotraficantes logran con la venta de droga un alto desarrollo económico, pero su vida es pobre, racional y espiritualmente. Su manera de actuar es irracional, puesto que ejecutan una actividad contraria a la inteligencia más elemental. Y su vida espiritual es demoníaca, al haber optado como lucifer por el mal y dedicarse a dañar a otros, de manera sistemática y deliberada.


Los cristianos estamos obligados a medir la pobreza sin dejarnos confundir por los modelos matemáticos, que sólo pueden indicar avances o retrocesos en lo material, pero que no abarcan todos los aspectos de la vida de los hombres. No podemos olvidar que existen otras formas de pobreza, que no son dignas de ser vividas por los hombres y mujeres al ser creaturas de Dios.


A simple vista, hoy aparecen manifestaciones de pobreza espiritual y racional que se advierten con facilidad. En el plano cultural, la chabacanería y el culto a lo feo que tiene atrapado a muchos en sus formas de diversión; el incumplimiento de reglas sociales y de obligaciones elementales, como el pago de las pensiones de alimento, el pasaje del transporte público, etc.; la utilización de artilugios jurídicos para defraudar y obtener recursos públicos que, se suponía, deberían haber llegado a los más necesitados y terminaron comprando lencería; el reconocimiento del aborto y la eutanasia como derechos, sin reparar que se elimina a un prójimo indefenso; la validación de conductas sexuales aberrantes y antinaturales, sin reparar que son propias de las bestias; la apostasía y alejamiento de Dios que ha hecho aumentar el ateísmo y el agnosticismo en tantos. 


Los cristianos debemos estar atentos siempre para interpretar las mediciones de la actividad humana lejos del reduccionismo a que conduce el materialismo.

La vida no se agota sólo en el tener, es más relevante siempre el ser.  La lectura que se debe hacer de la encuesta Casen es si el retroceso de la miseria ha logrado que seamos un país más rico en bienes racionales y espirituales.


Tenemos que estar alerta para no caer en una de las acepciones de pobreza, que es la falta de magnanimidad, de gallardía, de nobleza, de ánimo. Lo nuestro es seguir la enseñanza de Jesús cuando en el sermón del monte dijo: “Bienaventurados los pobres en espíritu, pues de ellos es el reino de los cielos” (Mateo 5:3).


El dato que evidencia la existencia de personas en condición de miseria es invitación a seguir promoviendo cambios que contribuyan a mejorar las condiciones de vida de nuestros hermanos. Esto lo podremos realizar a través de nuestro trabajo, que es el instrumento con el que Dios quiere que transformemos nuestra vida y la de la sociedad. Juntamente con a lo anterior, tenemos que contribuir a erradicar la pobreza racional y espiritual que se produce inevitablemente por la pérdida del sentido del pecado y del don del Espíritu Santo, de tener siempre un sano temor de Dios.


Pidamos a San José que nos ayude a no ser indiferente frente a todas las formas de pobreza que esclavizan a los hombres. 


Crodegango

 






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