"Unidos en Cristo para Evangelizar"
12 de Junio de 2023
Muy en alerta, vienen por los niños
 


Una noticia destacada en estos días ha sido la denuncia de los padres de niños menores de edad por la comisión de abusos sexuales en un establecimiento educacional en Talcahuano. Bajo una pretendida atención de salud preventiva, los menores fueron objeto de tocaciones en partes íntimas, la exhibición de material visual indebido a su inocencia y de charlas inadecuadas sobre sexualidad.

El hecho anterior no es aislado. Cada cierto tiempo se hacen públicos diversos intentos por imponer una visión de la sexualidad que no es sana. Recordemos que a principios de año la mayor autoridad educacional anunció que formaba parte de la política pública hacer cambios en la enseñanza, con el objeto de lograr una “alfabetización de la sexualidad”. No menos escandaloso que lo anterior fue el financiamiento público dado al proyecto llamado “Ilustraciones y Manejo de Instagram” del colectivo “Las Clito”, para lograr “ilustrar y difundir de manera didáctica la anatomía genital femenina, que va en línea con la necesidad de una educación sexual integral en Chile”.


Como se puede advertir, estamos pasando por una época en la que no se escatiman medios para presentar como normal una concepción de la sexualidad humana que no es sana. Los intentos por normalizar esta materia no dejan espacio por ocupar. Hace menos de un año, en la pasada Convención Constituyente, se proponía regular el derecho “a la educación sexual integral”, para validar programas educativos encaminados a incidir en la orientación sexual, la identidad de género, incentivar el comportamiento sexual infantil y adolescente, etc.


Sería torpe no advertir que convivimos con un grupo muy activo, cuyo objetivo es normalizar múltiples aberraciones, invocando que existen los “derechos sexuales y reproductivos”. El sexo nunca ha sido un derecho, es un don dado por Dios, que se puede concebir de manera normal o anormal.


El interés por determinar el contenido de lo que se enseña a nuestros niños y jóvenes en esta materia no es irrelevante. Como lo advierte Arendt, los hombres pueden ser manipulados a través de diversas formas, dentro de ellas es posible formar arbitrariamente sus opiniones mediante una deliberada y organizada aportación de noticias falsas (ARENDT, Hannah, Sobre la violencia, Madrid: Alianza Editorial, 4ª reimp. 2012, p. 16). Una educación sexual en aberraciones será devastadora para esos niños y jóvenes.


Este movimiento sexualista para ejecutar todo lo que comprende la “educación sexual integral” busca que se prescinda del consentimiento paterno o materno. Claramente, así se hizo en Talcahuano, se actuó por vías de hecho sin importar la dignidad de los padres. 


No podemos estar en modo indiferencia frente a lo que está sucediendo. En el caso de los católicos, el deber de actuar es mayor, atendida la experiencia traumática que hemos vivido como Iglesia, con los horribles casos de pedofilia practicada por algunos religiosos y sacerdotes, de la que quedan secuelas que nos acompañará por mucho tiempo.


La forma de enfrentar este asunto obliga a recordar que es un sello distintivo de la Iglesia Católica, la defensa de la doctrina, frente a los reclamos de “actualización” en moral sexual. Es un hecho que hoy la penetración de la ideología de género busca dar cabida a la difusa categoría que es la “diversidad sexual”. Sin embargo, la respuesta ha sido siempre la misma: no se puede validar ninguna conducta contraria a la dignidad humana. El pecado es pecado; la aberración es aberración.


Para no caer en una confusión recordemos que forma parte del depósito de nuestra fe las siguientes bases esenciales contenidas en el Catecismo: 


2332 La sexualidad abraza todos los aspectos de la persona humana, en la unidad de su cuerpo y de su alma. Concierne particularmente a la afectividad, a la capacidad de amar y de procrear y, de manera más general, a la aptitud para establecer vínculos de comunión con otro.
2333 Corresponde a cada uno, hombre y mujer, reconocer y aceptar su identidad sexual. La diferencia y la complementariedad físicas, morales y espirituales, están orientadas a los bienes del matrimonio y al desarrollo de la vida familiar. La armonía de la pareja humana y de la sociedad depende en parte de la manera en que son vividas entre los sexos, la complementariedad, la necesidad y el apoyo mutuos.
2334 «Creando al hombre “varón y mujer”, Dios da la dignidad personal de igual modo al hombre y a la mujer» (FC 22; cf GS 49, 2). “El hombre es una persona, y esto se aplica en la misma medida al hombre y a la mujer, porque los dos fueron creados a imagen y semejanza de un Dios personal” (MD 6).
2335 Cada uno de los dos sexos es, con una dignidad igual, aunque de manera distinta, imagen del poder y de la ternura de Dios. La unión del hombre y de la mujer en el matrimonio es una manera de imitar en la carne la generosidad y la fecundidad del Creador: “El hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su mujer, y se hacen una sola carne” (Gn 2, 24). De esta unión proceden todas las generaciones humanas (cf Gn 4, 1-2.25-26; 5, 1). 
2351 La lujuria es un deseo o un goce desordenados del placer venéreo. El placer sexual es moralmente desordenado cuando es buscado por sí mismo, separado de las finalidades de procreación y de unión.
2354 La pornografía consiste en sacar de la intimidad de los protagonistas actos sexuales, reales o simulados, para exhibirlos ante terceras personas de manera deliberada. Ofende la castidad porque desnaturaliza la finalidad del acto sexual. Atenta gravemente a la dignidad de quienes se dedican a ella (actores, comerciantes, público), pues cada uno viene a ser para otro objeto de un placer rudimentario y de una ganancia ilícita. Introduce a unos y a otros en la ilusión de un mundo ficticio. Es una falta grave. Las autoridades civiles deben impedir la producción y la distribución de material pornográfico.



Tenemos el legítimo derecho y el deber de oponernos a que ninguna perversión sexual se presente como normal o digna de “alfabetización”, sobreponiendo el derecho preferente de los padres a educar a sus hijos.


Pidamos a Nuestro Señor que nos dé fortaleza e inteligencia para defender el orden natural querido por Dios.


Crodegango

 






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