El comienzo de un nuevo año es siempre ocasión de para hacer propósitos de cambios y fijar metas en nuestras vidas, asumiendo la invitación que nos hace Jesús: Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto (Mt V, 48). Para poder concretar esto conviene examinar, con toda honestidad, si mi vida espiritual está amenazada o ha caído en alguna situación como las que pasamos describir.

El sentimentalismo. Los sentimientos en el campo espiritual pueden lograr cosas positivas como entusiasmos, alegrías o arrepentimientos. Sin embargo, debo cuidar que mi vida cristiana no dependa de si tengo ganas. En efecto, esto podría llevar a situaciones estacionales como ir a Misa sólo cuando tengo ganas; que frente al primer estimulo externo (un partido de fútbol, un programa de TV, etc.), deje de hacer un rato de oración o de lectura espiritual; que la confesión sacramental quede relegada a mi estado de ánimo, sin advertir necesito el perdón de Dios, especialmente, en los casos de un pecado mortal que me puede llevar a infierno.

La vida superficial o frivolidad. Por distintas razones la vida espiritual puede estar en un plano de superficialidad, al carecer de toda profundidad o sustancia. En este estado quedamos sometidos a las opiniones de terceros que nos indican lo que tenemos que hacer o decir. De este modo, nos parecemos a una ingrávida pluma que la lleva el viento; mi levedad ya no me permite manifestar toda mi fe en Cristo y en su Santa Iglesia.

La ignorancia. Esta actitud de falta conocimiento nos lleva a un analfabetismo, que se produce por un largo y prologando descuido en el estudio de la doctrina de la Iglesia Católica y de la Sagrada Escritura, en el nivel que me exige mi condición intelectual. Como la ignorancia es atrevida corro el riesgo de actuar de manera inconsistente con las creencias que digo profesar, paseándome del brazo con el error y sin ruborizarme. En algunos casos este vacío de conocimiento es la causa que motiva actos apostasía, que llevan a sumarse a otras creencias que nos resultan atractivas simplemente por las rarezas que proponen o el abundante incienso queman sus cultores.

Mientras estemos vivos, siempre podremos mejorar en nuestra vida espiritual, especialmente en algunos puntos cruciales que pasamos a recordar.

- En la Vida de Oración. Debo recordar que Dios siempre nos habla; que me conviene dedicar unos minutos a hablar con Mi Padre del cielo diariamente. Que debo luchar por buscar el recogimiento interior y exterior.

- En la asistencia a la Santa Misa y en la comunión frecuente.

- En la confesión y en la dirección espiritual.

- En el rezo del Santo Rosario y las oraciones marianas.

- En la lectura del Evangelio y de algún libro espiritual que alimente mi alma.

- En el examen de conciencia diario, sacando propósitos concretos de lucha.

- En las obras de misericordia cristiana materiales y espirituales: dar de comer al hambriento; dar de beber al sediento; dar posada al necesitado; vestir al desnudo; visitar al enfermo; socorrer a los presos; enterrar a los muertos; enseñar al que no sabe; dar buen consejo al que lo necesita; corregir al que está en error; perdonar las injurias; consolar al triste; sufrir con paciencia los defectos de los demás; rogar a Dios por vivos y difuntos.

Pidamos este primero de enero de 2021, fiesta de Santa Maria Madre de Dios, que nos ayude a vivir seriamente nuestra Fe.

Crodegango