|
Pío XI (1922-1939)
Ambrogio Damiano Achille Ratti, nació en el 31 de mayo de 1857 en Desio, Italia, en una familia acomodada. Fue ordenado sacerdote el 27 de diciembre de 1879. El 6 de febrero de 1922 sucedió al Papa Benedicto XV, tomando el nombre de Pío XI.
Este Papa asume después de terminada la Primera Guerra Mundial. Su primera Encíclica, Ubi arcano Dei concilio (Por el inescrutable designio de Dios), contiene un mensaje de paz. Al igual que sus antecesores recuerda la función del Magisterio, indicando que, “la Iglesia no quiere, ni debe desear, mezclarse sin causa justa en el sentido de los asuntos puramente civiles. Por otro lado, ella no puede permitir o tolerar que el estado use el pretexto de ciertas leyes de regulaciones injustas para dañar los derechos de un orden superior al del estado, para interferir con la constitución dada a la Iglesia por Cristo, o violar los derechos de Dios mismo sobre la sociedad civil”.
Por su profundidad y actualidad conviene conocer la Encíclica sobre el matrimonio: “Casti Connubii”, de 31 de diciembre de 1931. Sin perjuicio de otros puntos de interés, recordemos párrafos que invitan a la reflexión:
- “3 (…) el matrimonio no fue instituido ni restaurado por obra de los hombres, sino por obra divina; que no fue protegido, confirmado ni elevado con leyes humanas, sino con leyes del mismo Dios, autor de la naturaleza, y de Cristo Señor, Redentor de la misma, y que, por lo tanto, sus leyes no pueden estar sujetas al arbitrio de ningún hombre, ni siquiera al acuerdo contrario de los mismos cónyuges. Esta es la doctrina de la Sagrada Escritura, ésta la constante tradición de la Iglesia universal, ésta la definición solemne del santo Concilio de Trento, el cual, con las mismas palabras del texto sagrado, expone y confirma que el perpetuo e indisoluble vínculo del matrimonio, su unidad y su estabilidad tienen por autor a Dios”.
- “No es ya de un modo solapado ni en la oscuridad, sino que también en público, depuesto todo sentimiento de pudor, lo mismo de viva voz que por escrito, ya en la escena con representaciones de todo género, ya por medio de novelas, de cuentos amatorios y comedias, del cinematógrafo, de discursos radiados, en fin, por todos los inventos de la ciencia moderna, se conculca y se pone en ridículo la santidad del matrimonio, mientras los divorcios, los adulterios y los vicios más torpes son ensalzados o al menos presentados bajo tales colores que parece se les quiere presentar como libres de toda culpa y de toda infamia (….)”.
- “(…) algunos han llegado a inventar nuevos modos de unión, acomodados —así dicen ellos— a las actuales circunstancias de los tiempos y de los hombres, y que consideran como otras tantas especies de matrimonio: el matrimonio por cierto tiempo, el matrimonio de prueba, el matrimonio amistoso, que se atribuye la plena libertad y todos los derechos que corresponden al matrimonio, pero suprimiendo el vínculo indisoluble y excluyendo la prole, a no ser que las partes acuerden más tarde el transformar la unión y costumbre de vida en matrimonio y jurídicamente perfecto. Más aún: hay quienes insisten y abogan por que semejantes monstruosidades sean cohonestadas incluso por las leyes o al menos hallen descargo en los públicos usos e instituciones de los pueblos, y ni siquiera paran mientes en que tales cosas nada tienen, en verdad, de aquella moderna cultura de la cual tanto se jactan, sino que son nefandas corruptelas que harían volver, sin duda, aun a los pueblos civilizados, a los bárbaros usos de ciertos salvajes”.
- “Y, porque con frecuencia el cumplimiento perfecto de los mandamientos de Dios y la honestidad del matrimonio se ven expuestos a grandes dificultades, cuando los cónyuges sufran con las angustias de la vida familiar y la escasez de bienes temporales, será necesario atender a remediarles, en estas necesidades, del modo que mejor sea posible. Para lo cual hay que trabajar, en primer término, con todo empeño, a fin de que la sociedad civil, como sabiamente dispuso Nuestro predecesor León XIII, establezca un régimen económico y social en el que los padres de familia puedan ganar y procurarse lo necesario para alimentarse a sí mismos, a la esposa y a los hijos, según las diversas condiciones sociales y locales, “pues el que trabaja merece su recompensa”. Negar ésta o disminuirla más de lo debido es gran injusticia y, según las Sagradas Escrituras, un grandísimo pecado; como tampoco es lícito establecer salarios tan mezquinos que, atendidas las circunstancias y los tiempos, no sean suficientes para alimentar a la familia”.
También revela su preocupación por la canonización, el 19 de mayo de 1935, de Santo Tomás Moro, político e intelectual inglés que murió mártir en Inglaterra defendiendo la indisolubilidad del matrimonio.
Pío XI suscribió varios concordatos. Dentro de ellos, el que firmó con Mussolini permitió que surgiera el Estado Vaticano como un sujeto de derecho internacional, lo que ha permitido a la Iglesia Católica defender su visión jurídica en temas de Derechos Humanos, conferencias sobre población, cambio climático, etc.
También es importante recordar la Encíclica Mit Brennender Sorge, promulgada el 14 de marzo de 1937, en la que se enfrenta a la perversa doctrina del nacionalsocialismo.
Crodegango