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Pío XII (1939-1958)
Eugenio Maria Giuseppe Pacelli, que se convertirá en Papa con el nombre de Pío XII, nació en Roma el 2 de marzo de 1876. Fue ordenado sacerdote el 2 de abril de 1899. Su pontificado duró 19 años, de 1939 a 1958.
El 27 de octubre de 1939 aparece Summi Pontificatus, su primera Encíclica. En ella denuncia las causas morales de la profunda crisis que vive la humanidad por su alejamiento de Dios. Son elocuentes y no pierden vigencia las siguientes palabras:
“20. Hoy día los hombres, venerables hermanos, añadiendo a las desviaciones doctrinales del pasado nuevos errores, han impulsado todos estos principios por un camino tan equivocado que no se podía seguir de ello otra cosa que perturbación y ruina. Y en primer lugar es cosa averiguada que la fuente primaria y más profunda de los males que hoy afligen a la sociedad moderna brota de la negación, del rechazo de una norma universal de rectitud moral, tanto en la vida privada de los individuos como en la vida política y en las mutuas relaciones internacionales; la misma ley natural queda sepultada bajo la detracción y el olvido”. “21. Esta ley natural tiene su fundamento en Dios, creador omnipotente y padre de todos, supremo y absoluto legislador, omnisciente y justo juez de las acciones humanas. Cuando temerariamente se niega a Dios, todo principio de moralidad queda vacilando y perece, la voz de la naturaleza calla o al menos se debilita paulatinamente, voz que enseña también a los ignorantes y aun a las tribus no civilizadas lo que es bueno y lo que es malo, lo lícito y lo ilícito, y les hace sentir que darán cuenta alguna vez de sus propias acciones buenas y malas ante un Juez supremo”.
En su acción pastoral utilizó todos los medios que tenía al alcance para profundizar la actividad misionera de la Iglesia Católica. Junto a los clásicos documentos pontificios también utilizó sus conocidos radiomensajes. En el caso de Chile emitió uno especial con motivo de la inauguración de Radio Chilena, el 13 de enero de 1953.
Aunque no escribió, una Encíclica específica sobre la familia, como sus antecesores León XII y Pío XI, son más de ciento veinte documentos, cartas o discursos en los que se refiere a lo que llamaba la “célula básica de la sociedad”. Es famoso su discurso de 1951 a las matronas, donde señala: “(…) todo ser humano, aunque sea el niño en el seno materno, recibe derecho a la vida inmediatamente de Dios, no de los padres, ni de clase alguna de la sociedad o autoridad humana. Por eso no hay ningún hombre, ninguna autoridad humana, ninguna ciencia, ninguna “indicación” médica, eugenésica, social, económica, moral, que pueda exhibir o dar un título jurídico válido para una disposición deliberada directa sobre una vida humana inocente; es decir, una disposición que mire a su destrucción, bien sea como fin, bien como medio para otro fin que acaso de por sí no sea en modo alguno ilícito (…)”.
También es recordado su discurso sobre el amor conyugal, que luego fue recogido en el punto 2362 del Catecismo, que señala: “Los actos [...] con los que los esposos se unen íntima y castamente entre sí son honestos y dignos, y, realizados de modo verdaderamente humano, significan y fomentan la recíproca donación, con la que se enriquecen mutuamente con alegría y gratitud” (GS 49). La sexualidad es fuente de alegría y de agrado: «El Creador [...] estableció que en esta función [de generación] los esposos experimentasen un placer y una satisfacción del cuerpo y del espíritu. Por tanto, los esposos no hacen nada malo procurando este placer y gozando de él. Aceptan lo que el Creador les ha destinado. Sin embargo, los esposos deben saber mantenerse en los límites de una justa moderación» (…)”.
No menos relevante fueron los criterios recogidos en Miranda Prorsus, Encíclica sobre el cine, la radio y la televisión, de 8 de septiembre de 1957. Allí se reconoce los aspectos positivos que esos nuevos medios técnicos traerían para la humanidad. En el mismo documento propone un criterio que sigue siendo útil a todos los padres católicos sobre los programas que deberían ver nuestros hijos, al señalar: “Débese tener muy en cuenta este carácter de sugestividad de las transmisiones televisadas en lo íntimo del santuario familiar, de donde se seguirá un influjo incalculable en la formación de la vida espiritual, intelectual y moral de los miembros de la familia y, ante todo, de los hijos que experimentarán inevitablemente el atractivo de la nueva técnica”. “Si pues en la vida física de los jóvenes, un germen infeccioso puede impedir el desarrollo normal del cuerpo; ¡con cuánto mayor razón un elemento negativo permanente en la educación puede comprometer su equilibrio espiritual y su desarrollo moral! Y ¿quién no sabe con cuánta frecuencia sucede que un niño que resiste al contagio de una enfermedad en la calle, se manifiesta privado de resistencia, si el foco de infección se encuentra en su propia casa?”.
También se debe destacar la creación de cardenales de todas partes del mundo, incluido Chile, en la persona de Monseñor Caro (1866-1958), nuestro primer cardenal.
Son 40 las encíclicas dadas por Pío XII; canonizó a 28 santos, entre ellos a San Pío X (Papa). Una biografía para conocer su vida la escribió Robert Serrou, Madrid: Palabra, 1996.
Por último, al Papa Pío XII le debemos la definición como dogma de fe que la Virgen María, Madre de Dios, fue subida al Cielo en cuerpo y alma (Constitución apostólica Munificentíssimus Deus del del 1 de noviembre de 1950.
Autor: Crodegango