"Unidos en Cristo para Evangelizar"
15 de Julio de 2025
La importancia de conocer el magisterio de los Papas (9)
 


Teólogo brillante, Papa emérito y pensador valiente, Benedicto XVI marcó una época con su palabra lúcida y su fe profunda.

Benedicto XVI (1927 - 2005)

Joseph Ratzinger nació el 16 de abril de 1927 en Marktl am Inn (Alta Baviera, Alemania). Sus padres fueron el oficial de policía rural Joseph Ratzinger y María Paintner. Fue el tercero de tres hijos. Fue ordenado sacerdote el 29 de junio de 1951. En 1953 obtuvo el doctorado en teología por la Universidad de Múnich, con una tesis sobre el siguiente tema: Pueblo y casa de Dios en la eclesiología de San Agustín.

Hizo una brillante carrera académica en Frisinga, Bonn, Colonia, Münster, Tubinga y Ratisbona. Fue asesor del cardenal de Colonia, Joseph Frings, durante el Concilio Vaticano II. En 1981 fue nombrado por el papa Juan Pablo II como prefecto para la Congregación para la Doctrina de la Fe.

Fue elegido Papa el 19 de abril de 2005, en un cónclave de 26 horas. Renunció al pontificado el 11 de febrero de 2013, pasando a detentar el título de papa emérito. Falleció el 31 de diciembre de 2022, a los 95 años.

Sus publicaciones son numerosas. Su talla intelectual ha sido reconocida por creyentes y no creyentes.
Como documentos magisteriales escribió tres encíclicas y cuatro exhortaciones apostólicas, además de homilías y discursos. La fe, la esperanza y el amor cristiano, el desarrollo humano integral, la familia, la justicia y la paz, así como la misión que debe tener la Iglesia, son los temas principales de estos escritos.

En sus aportes intelectuales existe consenso sobre el valor de obras como Introducción al cristianismo, Jesús de Nazaret, Informe sobre la fe, sin perjuicio de sus enseñanzas acerca del Concilio Vaticano II, la eclesiología, la liturgia o el ecumenismo.

Pueden ayudar a comprender la profundidad de este intelectual católico la monumental biografía de Peter Seewald, Benedicto XVI. Una vida, de 1.301 páginas, publicada en 2020. También el trabajo del sacerdote Pablo Blanco Sarto, Benedicto XVI. La biografía, que lleva varias ediciones (Editorial San Pablo).

Es imposible sintetizar en este espacio el legado de un intelectual que llegó a ser Papa tan prolífico como Benedicto XVI. Sólo consignaremos algunos puntos para revelar que su especulación intelectual buscaba abordar con valentía temas actuales, que no quiso eludir.

Sobre la falta de vocaciones sacerdotales, en una homilía señalaba:

“Los Padres de la Iglesia dijeron una vez que la insensibilidad era el pecado propio de los paganos y su signo de distinción. ¿No estamos nosotros en peligro de incurrir en esa insensibilidad, en esa falta de corazón? La religión se halla en retroceso y, si no recapacitamos y somos realistas, tenemos que admitir motivos para pedir que crezca, que se reconozca de nuevo su importancia, que de nuevo sea normal el respeto en lugar de la sorna ante lo sagrado, ante aquello que es sagrado para el hombre; que se reconozca de nuevo la importancia de Dios y que volvamos a ser conscientes de que allí donde se excluye a Dios, el hombre sufre”.
(Por un cristianismo atractivo, homilía de 1998, Obras Completas, T. XII, p. 541).

En su condición de cardenal Ratzinger, se le debe la siguiente caracterización pastoral:
“Cada vez hay más paganos bautizados, es decir, personas que han sido hechas cristianas por el bautismo, pero que no creen ni han conocido la fe. Es una situación paradójica: el bautismo hace al hombre cristiano, pero sin fe este hombre sigue siendo un pagano bautizado”.
(“Sobre la cuestión de la indisolubilidad del matrimonio”, Obras Completas, BAC, 2018, p. 578).

Los ejemplos de esta realidad antes descrita son abundantes. Muchos niños son bautizados siguiendo una tradición familiar, pero luego de ese gesto quedan sin el acompañamiento que necesitan para avanzar en el camino de la fe. Muchos papás están más disponibles para llevarlos a un partido de fútbol que a Misa el domingo, aunque el panorama del estadio les consuma, en tiempo, el de todas las misas de un mes. También se da el triste fenómeno de los niños que participan de la “única comunión”, puesto que reciben al Señor Sacramentado, pero el domingo siguiente ya no tienen quién los acompañe a Misa.

Como intelectual coherente, advirtió que el cristianismo es incompatible con la “ideología de género”. Son elocuentes las palabras de Benedicto XVI:

(...) El Estado moderno del mundo occidental se ve a sí mismo, por un lado, como una gran potencia que rompe con las tradiciones necias y prerracionales de todas las religiones. Además, con su manipulación radical del hombre y la distorsión de los sexos mediante la ideología de género, se contrapone de modo particular al cristianismo. Esta pretensión dictatorial de tener siempre la razón por parte de una aparente racionalidad exige el abandono de la antropología cristiana y de su consiguiente estilo de vida, que se considera prerracional. La intolerancia de esta aparente modernidad hacia la fe cristiana aún no se ha convertido en persecución abierta, y sin embargo se presenta de forma cada vez más autoritaria, pretendiendo lograr, mediante la legislación correspondiente, la extinción de aquello que es esencialmente cristiano (...)”
(Qué es el cristianismo, Madrid: Esfera de los Libros, 2023, p. 51).

Su rigor intelectual no se quedó solo en la denuncia de los males que debemos enfrentar. La solución a esto se aprecia de manera nítida en su primera carta encíclica Deus caritas est (Dios es amor), que está dedicada al amor cristiano. En ella indica que:

“El amor – caritas – es una fuerza extraordinaria, que mueve a las personas a comprometerse con valentía y generosidad en el campo de la justicia y de la paz. Es una fuerza que tiene su origen en Dios, Amor eterno y Verdad absoluta”.

A lo anterior agrega: “Hemos creído en el amor de Dios: así puede expresar el cristiano la opción fundamental de su vida. No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva”.

(Deus caritas est, 25 de diciembre de 2005, solemnidad de la Natividad del Señor).






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