Nadie puede discutir los avances que ha significado el desarrollo de las nuevas formas de comunicación, pero, como todas las cosas, su mala utilización puede causar daños.

Por varias razones, en el último tiempo se ha convertido en un asunto de interés creciente la necesidad de proteger a los niños y adolescentes del entorno digital. El desafío de los adultos en esto es promover una educación integral que fomente el desarrollo responsable, ético y seguro en la sociedad digital actual.

Para enfrentar esto, lo primero es reconocer que el problema existe. Una vez realizado lo anterior, hay que buscar la forma más razonable de educar en el correcto uso de estas plataformas. Es evidente que se debe permitir el uso de productos y servicios adecuados a la edad, pero también hay que tener la fortaleza para limitar el acceso a contenidos inadecuados y, por cierto, prevenir un uso seguro y responsable, entre otras medidas.

La idea es fomentar, como medidas positivas, un consumo consciente y responsable, para que los niños y adolescentes sepan los riesgos a los que se exponen.

Puede ocurrir que, por nuestro desconocimiento de esta realidad tecnológica, no tengamos claro cómo hacer el diagnóstico y dónde poner el énfasis de las medidas que hay que adoptar.

Sin agotar el tema, demos algunas pautas de actuación:

• Reconocer el uso compulsivo de la tecnología.

• Reconocer que existe un uso problemático de internet y redes sociales, particularmente de contenidos inapropiados para su edad.

• Tomar conciencia de lo que está pasando en la Red (acoso, violencia, abusos, ciberdelitos, adicciones sin sustancia, pornografía, mercantilización de los datos de los menores, falta de pensamiento crítico, etc.).

• Tomar medidas de protección de dispositivos.

• Estar atentos a los peligros que generan los entornos digitales tóxicos: conductas adictivas, conductas de riesgo para la salud fomentadas a través de internet como autolesiones, trastornos alimentarios, apuestas en juegos, falta de sueño.

Lo anterior debe ser acompañado por una educación cristiana en la libertad, que es lo único que garantiza el desarrollo de personas equilibradas, que aprenden a luchar toda su vida por conseguir el bien.

Puede ayudar en esto las palabras de San Basilio Magno, cuando en una carta escrita entre el 370 y 375 les da consejo a sus sobrinos para que saquen provecho de la literatura griega, indicando los cuidados que deben tener. En lo que es la médula del consejo, este santo les señala:

“Pero volvamos de nuevo a lo que estaba diciendo al principio, que no debemos aceptarlo todo en montón, sino sólo lo útil. Pues es vergonzoso rechazar las comidas perjudiciales y no tener ningún cuidado con las enseñanzas que alimentan nuestra alma, sino echarse encima y arramblar, como un torrente, con todo lo que se ponga delante. Mirad, ¿qué sentido tiene que un piloto no deje sin rumbo, a merced de los vientos, su nave, sino que la enderece hacia el puerto; y que nosotros, por el contrario, quedemos por detrás de estos profesionales justo en la capacidad de reconocer nuestros intereses? ¿Y es que no es posible que haya un objetivo en el trabajo de los artesanos y que no haya en la vida humana una finalidad, que no se debe perder de vista en nada que se haga o se diga, si es que no quiere uno parecerse en todo a los irracionales” (San Basilio Magno, A los jóvenes, escrita entre el año 370 y 375 de la era cristiana).

Pidamos a la Santísima Trinidad que nos dé luces para educar siempre en la libertad de los hijos de Dios.
 

Autor: Crodegango