"Unidos en Cristo para Evangelizar"
23 de Junio de 2022
El efecto espectador y nueva Constitución
 


En la psicología social se describe “el efecto espectador” como la situación en la cual una persona es menos propensa a prestar ayuda o socorro cuando están presentes otros espectadores ocasionales.

Este término surgió a raíz de un asesinato que se produjo en U.S.A. en 1964, donde varios vecinos que presenciaron el ataque mortal a una mujer no hicieron nada, ni siquiera socorrerla. A partir de allí los psicólogos discuten sobre las causas de este comportamiento humano.   

En términos simples, “el efecto espectador” surge en aquellos casos de un grupo de personas que observan una cierta situación y no actúan.

Sin exageración, los cristianos estamos alcanzados por el “efecto espectador” frente a la propuesta Constitucional que debemos votar en septiembre. En el texto se incluyen varias reglas contrarias a la fe cristiana y estamos completamente paralizados. En una evidente mentalidad clerical, muchos esperan para actuar la voz de los obispos, como si la Iglesia estuviera conformada solo por la jerarquía y no por todos los bautizados.

El contraste entre la fe cristiana y las propuestas logradas por la mayoría circunstancial de ateos y nihilistas, que predominó en la Convención Constituyente, es un hecho objetivo, tal como lo demuestran las siguientes reglas que tendremos que votar:

- “El Estado promueve una sociedad donde mujeres, hombres, diversidades y disidencias sexuales y de género participen en condiciones de igualdad sustantiva, reconociendo que su representación efectiva es un principio y condición mínima para el ejercicio pleno y sustantivo de la democracia y la ciudadanía”.

- “El Estado asegura la igualdad de género para las mujeres, niñas, diversidades y disidencias sexuales y de género, tanto en el ámbito público como privado”.

- “Toda persona tiene derecho a recibir una educación sexual integral, que promueva el disfrute pleno y libre de la sexualidad; la responsabilidad sexoafectiva; la autonomía, el autocuidado y el consentimiento; el reconocimiento de las diversas identidades y expresiones del género y la sexualidad; que erradique los estereotipos de género, y que prevenga la violencia de género y sexual”.

- “Toda persona es titular de derechos sexuales y reproductivos. Estos comprenden, entre otros, el derecho a decidir de forma libre, autónoma e informada sobre el propio cuerpo, sobre el ejercicio de la sexualidad, la reproducción, el placer y la anticoncepción. El Estado garantiza su ejercicio sin discriminación, con enfoque de género, inclusión y pertinencia cultural; así como el acceso a la información, educación, salud, y a los servicios y prestaciones requeridos para ello, asegurando a todas las mujeres y personas con capacidad de gestar las condiciones para un embarazo, una interrupción voluntaria del embarazo, un parto y una maternidad voluntarios y protegidos. Asimismo, garantiza su ejercicio libre de violencias y de interferencias por parte de terceros, ya sean individuos o instituciones”.

Como se puede apreciar, las normas anteriores están en abierta pugna con nuestra Fe. Los cristianos obedecemos a una revelación de Dios sobre el ser humano. Para nosotros la diferencia entre hombre y mujer es algo querido por Dios en el acto mismo de la creación. A partir de ese dato surge una distinción entre lo masculino y lo femenino que se proyecta en muchos planos de la organización de la vida social. Es la complementación del ser varón y del ser mujer lo que permite la generación de la vida en el matrimonio y asegura estabilidad emocional a los niños que tienen derecho a tener papá y mamá. Es el amor conyugal, entre el hombre y la mujer, lo que da al matrimonio una especificidad que no puede estar presente en las relaciones donde desaparece lo masculino y lo femenino.

Las reglas constitucionales propuestas ignoran una verdad antropológica evidente: se nace como hombre o como mujer. El derecho no puede prescindir de esta realidad; si lo hace, está aceptando construir un sistema jurídico sobre premisas falsas, que llevará situaciones en la que los cristianos seremos perseguidos por sostener algo diverso.

Los convencionales victoriosos intentan convertir a la ideología de género en la religión oficial del Estado de Chile. De ese modo se pretende destruir la familia formada por hombre y mujer. Con esta amenaza latente, los cristianos tenemos que actuar y abandonar “el efecto espectador”, para lograr que no se apruebe una propuesta constitucional que es perniciosa para el bien común.

En el cristianismo hay una visión femenina, una comprensión y sensibilidad femenina y una comprensión, sensibilidad y modo de ser masculino, y ambos modos de lo humano se complementan, al estar hechos el uno para el otro y no pueden disolverse o simplemente reducirse a cero. Sostener que existe el género “neutro? o tercer género? (para defender la difusa y peligrosa categoría de las “disidencias sexuales”) es una construcción ficticia y arbitraria. Basta considerar que en toda ecografía fetal el obstetra solo puede indicar que la imagen muestra a un niño o a una niña. Jamás podría decir que allí hay se concibió un “disidente sexual”. Lo masculino y lo femenino ha sido y seguirá siendo un dato biológico incontrarrestable.

No podemos aceptar que triunfe la ideología de género en la Constitución. Si ello acontece, los grupos de presión y activistas LGBTI tendrán pavimentado el camino para pervertir a los niños y jóvenes a quienes se tratará de “sensibilizar” ideológicamente en los temas de “diversidad sexual, género y de disidencia sexual”, que la nueva Constitución promueve abiertamente. No habrá ideario de colegio cristiano que pueda resistir la presión de un Ministerio de Educación o autoridad pública que, desde la nueva religión oficial del Estado de Chile, la de género, se empeñe por hacer efectivo los “nuevos valores constitucionales de la patria”.

Pidamos a Santa María, que es la Reina de la Familia, que nos cure del “el efecto espectador” y nos dé la fortaleza para defender la concepción cristiana de la sociedad que está seriamente amenazada por la ideología de género.

Crodegango






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